La gran familia de la selva
Todo ésto que les cuento sucedió a finales del verano, en alguna parte de la selva misionera. Cuando llega ésta época, los
animalitos se preparan para recibir el mes de las lluvias. Todos se organizaban para pasar bien esos días en que no se podía salir a buscar los alimentos. Las más laboriosas parecían ser las hormigas lideradas por la vieja y sabia reina. Pero algo no estaba saliendo bien para la familia de los pumas.Uno de los cachorros más pequeños se
fue a buscar comida y no regresaba. Se estaba haciendo tarde y los padres se comenzaron a preocupar. La madre puma creía que el pequeño se perdió en medio de la selva misionera. Entonces se fueron a buscarlo. Pero se dieron cuenta que ellos solos no iban a poder hacer nada, porque la selva era muy grande. Entonces decidieron ir a buscar a la gran lechuza, la
lechuza más sabia de la selva, ella les sabría decir que era lo que podían hacer para encontrar al pequeño. Cuando llegaron a la gran lechuza estaba charlando la vieja reina de las hormigas. Los pumas, muy ansiosos les contaron que había pasado con su
cachorrito. Y la sabia Lechuza les dijo:
-Si quieren encontrar a su cachorro deberán pedir ayuda todos los animales de la selva todos tendrán que ayudar
sino ,no lo encontrarán.
Y la vieja reina hormiga dijo:
-Cuenten con nosotros, salgo corriendo a organizar a mis soldados, vamos a barrer toda la selva. ¡ Y ese
cachorrito va a aparecer!
Así, corrió la voz por toda la selva y todos los
animalitos se pusieron rápidamente a disposición de la familia de los pumas. Las sabias hormigas hicieron de correo, avisaban a todos que tenían que buscar al pequeño cachorro. Todos estaban buscando,
monitos, sapos, patos, arañas, cigarras, garzas, aguará
guazú. Pero grande fue la sorpresa al ver que la familia de las comadrejas no participaban en la búsqueda del cachorro. La gran lechuza se sorprendió y creyendo que algo más no andaba bien, fue a preguntarles:
- Queridas amigas, ¿algo malo les sucede? ¿Por qué no participan en la búsqueda del cachorro?
Y ellas entre avergonzadas y sorprendidas por la forma en que preguntó la lechuza, dijeron:
-
Mmm ... Sí, se acercan las lluvias. Estamos muy ocupadas con nuestras tareas, estamos
atrazadas y si descuidamos la recolección de alimentos seremos la próxima comida de los pumas.
La lechuza con tono enojado dijo:
- Eso se llama egoísmo, no es ocupado.
Y a ésto sólo dijeron las lechuzas
-Ellos nada tienen que ver con nosotros.
Al escuchar ésto la lechuza se entristeció mucho y volvió nuevamente a la búsqueda del
cachorrito. Pero no dejaba de pensar en el
feísimo acto de egoísmo de la familia de las comadrejas.
Pero también no hay que olvidarse que el resto de los
animalitos de la selva seguían buscando, como si ese
cachorrito fuera propio. Las hormigas por tierra iban recorriendo cada
rinconcito de la selva. Los
monitos andaban de rama en rama recorriendo cada árbol.
Los gorriones y cotorras por el aire iban controlando cada movimiento entre las ramas. Pero la noche llegó, y más difícil se hizo la búsqueda. Es por eso que cada
monito iba acompañado por una taca-
taquita. Era hermoso lo que veían los gorriones y cotorras desde el cielo, cada taca-
taquita parecía una linterna, esa noche la selva se iluminó con los mejores colores de los
bichitos de luz.
Y cuando estaba llegando el nuevo día, la familia de los gorriones lo encontraron, estaba dormido al pie de un hermoso
pindó. Enseguida dieron su aviso a las cotorras y éstas rápidamente dieron la alarma a toda la selva. El
cachorrito tenía frío y hambre, además de estar muy asustado.
Los inteligentes gorriones lo despertaron con su canto. Y luego de que hizo un ratito de
fiaca, comenzaron su viaje de vuelta. La llegada del cachorro se
convirtió en una hermosa fiesta, en la participaron todas las familias, menos la de las comadrejas, que seguían trabajando. Pero nadie prestó atención a esa ausencia, era muy grande la alegría de haber recuperado al cachorro y además el haber trabajado todos en grupo para lograr recuperar al
cachorrito.
Pero a los pocos días de que el
cachorrito volviera con su manada, se desató una fuerte tormenta que rompió todo lo que estaba a su paso y entre esas cosas, rompió e inundó la madriguera de las comadrejas. Todas las reservas de comida que habían guardado en su madriguera se fue río abajo, perdieron todo. No les quedó ni para su desayuno. Y sabían que nadie iba a ayudarles, que estaban solas. Unos
monitos que pasaron por ahí las vieron llorando. Y fueron a contarle a los pumas lo que les había pasado a las comadrejas.
-Y ahora nadie las va a ayudar, por haber sido tan egoístas.
Pero el papá puma, les dijo:
-Es un buen momento para enseñarles a ser mejores, yo tengo que ayudarles, porque a mi me ayudaron con mi cachorro.
Y salieron todos los pumas corriendo a buscar frutas y raíces para las comadrejas. Los
monitos muy sorprendidos corrieron a contarle a la gran lechuza, que sorprendida dijo:
-¿ qué hacen ustedes que no están buscando también alimentos para ellas? No se burlen, porque también puede pasarles lo mismo. ¡Vamos a organizarse!
Y así fue, que mientras las comadrejas se lamentaban, la familia de los pumas elegían las mejores frutas para las comadrejas. Y a
ellos se sumaron las hormigas, las cotorras, los gorriones, los
monitos todos los
animalitos de la selva otra vez juntos para ayudar. Pero ésta vez estaban ayudando a las comadrejas.
La sorpresa que se llevaron las comadrejas cuando vieron llegar a los pumas cargados de frutos. No podían salir de su asombro. Tampoco tenían donde guardarlas. Pero lo más sorprendente fue la vergüenza que sintieron al ver que detrás de ellos venían los
monitos con ramas y las hormigas organizadas para comenzar a reconstruir su madriguera.
Nunca más las comadrejas se negaron a colaborar con la gran familia de la selva, aprendieron que era muy importante unirse para conseguir un objetivo difícil. Que hasta el más pequeño era importante. Y como estaban muy agradecidas por la ayuda y la enseñanza, organizaron una gran fiesta, a la nadie faltó.